De pronto sentí un vacío en el estómago, sabía que exactamente eso pasaría, pero trataba de engañarme al pensar que podía ser diferente, necesitaba verlo con mis propios ojos.
Me mentí tantas veces, busqué en cada detalle una señal que entrelazara esas acciones al futuro próspero que yo deseaba, aunque en el fondo conociera la verdad.
Una parte de mi dice: "déjalo ir, sabes muy bien que el resultado final no es el que tu esperas", la otra grita: "Nunca se sabe".
Preferiría solo poder escuchar a la primera parte e ignorar a la segunda, pero mis estúpidas expectativas no me dejan.
viernes, 25 de junio de 2010
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