martes, 17 de mayo de 2011

Llegó Carolina por la tarde a decirme que esa noche Carla Morrison estaría presentándose en plaza río, quedamos de vernos a las 8:00 frente a las escaleras del cine.
Salí de mi casa, con los audífonos puestos en modo shuffle, fui a comprar unos cigarrillos, espere a que se pusiera en verde el semáforo, me dí prisa a cruzar la calle, con esa angustia que se me llena el cuerpo cada vez que veo un carro a los lejos. Para mi fortuna estaba un taxi, de esos que solo hay en Tijuana, parado en cuanto llegue al otro extremo de la calle, abrí la puerta, había tres chicos en el asiento de atrás y una mujer en el de adelante asi que me toco ir sola en el de en medio, y así emprendió mi viaje hacia aquel lugar.
En el camino se bajaron dos de los tres chicos de atrás, y subió un hombre que se sentó junto a mi, mientras yo escuchaba we're too young to fall asleep, to cynical to speak y veía el recorrido, que ya me sabia de memoria, de pronto sentí ese perfume tan pelicular que solo había olido en otra persona y llegaron imágenes a mi mente, imágenes que en ese momento hubiera preferido no recordar, ese cuarto sucio, ese cabello desaliñado, esos ojos que ya se les empieza a notar la edad, y regrese a la realidad, mientras escuchaba Last night I had too much to drink Sitting in a club with so many fools, olí de nuevo el perfume, trate de olerlo todo el tramo en que estuviera el chico dentro de ese taxi a mi lado, pues tal vez pasara mucho tiempo para que mi nariz percibiera ese aroma otra vez. Pensaba en que rápido pasa el tiempo y en cuanto me asombraba encontrarlo de nuevo en ese hombre que se sentó junto a mi, de pronto descubrí que ese olor me molestaba, pero no quería que se esfumara.

Mientras escuchaba de fondo but if you could see the beauty these things I could never describe, recordé todas esas noches que esperaba que entrara aquella silueta que conocía tan bien y que aceleraba mi corazón solo con creer observarla, aquella noche que jamas se volvió a repetir, ese sillón rojo de la esquina, las veces que me perdí en el alcohol tratando de ya no recordar esa silueta, esos ojos, esa noche, ese sillón, ese perfume. Recordé de nuevo todas esas emociones que un día sentí, esos sentimientos que estuvieron tan dentro de mi y tardaron tanto en apagarse, y me pregunte si en realidad algún día fueron sinceros y no solamente mi ego pidiendo a gritos algo que ya ve perdido, y de pronto, un chico de los que quedaban atrás pidió la parada en la esquina, cuando se cerro la puerta me percate de que el hombre que iba a lado de mi también se había ido sin siquiera decir una palabra. Entonces sólo me pude preguntar una cosa: ¿Cuántas canciones más tardaré en llegar?